lunes, 20 de octubre de 2014

CONMEMORACION DE LOS 16 AÑOS DE LA PARTIDA DE ALEJANDRO PIZARRO SOTO Y UN REENCUENTRO FAMILIAR








Este lunes 3 de noviembre de 2014, se conmemoraròn exactamente 16 años de la partida de mi padre, el historiador Jose Alejandro Pizarro Soto. Una imagen recurrente en mi memoria corresponde a cierta vez en que nos encontramos por casualidad en la Estacion Central, yo iba con mi hijo el poeta Rodrigo Verdugo Pizarro en uno de esos tantos paseos que realizábamos por aquel entonces, mi padre venia llegando de Concepciòn, en ese tren que llegaba a Santiago cerca de las cuatro de la tarde. No puedo olvidar que en un estado de euforia y elocuencia pasional èl gritò: “Lebu, lebu” y ese grito pareció extenderse y perderse en la amplitud de la Estacion, pareció confundirse con el ruido de los trenes y pareció conducirse por los rieles en direcciòn al sur. La primera vez que mi padre llegó a Santiago, aquel 10 de enero de 1940, por circunstancias familiares y ajenas a su voluntad, llegó también a esta querida Estaciòn Central, en ese entonces era un adolescente que empezaba a asumir su destierro del paraíso, resaltò este hecho ya que es fundamental a la hora de determinar que es lo que encauzo en èl, esta vocación por investigar los orígenes de la ciudad de Lebu, y mi parecer no es màs que esto, el perder el paraíso de su niñez, ese Lebu del cual salió, como si rompieran por segunda vez en èl, el cordon umbilical. Jose Alejandro Pizarro, desde ese entonces, busco a Lebu en todo lo que le rodeo, ya sea en personas, objetos, atmosferas, lugares, conversaciones, para èl Lebu tenia esa connotación identitaria y fuertemente sanguínea. Espiritualmente mi padre nunca dejo de estar y escudriñar en su natal Lebu, ciertamente volvió muchas veces durante toda su vida, empeñado cada vez mas, (puesto que era su misión), en aclarar y determinar el origen exacto de Lebu, y asi lo hizo hasta que sus tenaces investigaciones finalmente lo llevaron a rectificar definitivamente la fecha fundacional de esta ciudad, correspondiéndole el honor de redactar el texto de la placa conmemorativa.
El hijo de Lebu, que tempranamente partió de aquel Lar, durante todo su extrañamiento no hizo màs que devolverle finalmente a su ciudad natal, su verdad histórica, creemos que este es un hecho de connotaciones maravillosas, que no se repite comúnmente, y es que la estrella del sur estaba en la frente de Alejandro Pizarro Soto. He querido dar cuenta de estos hechos y evocaciones partiendo desde ese encuentro fortuito con mi padre en la Estaciòn Central, escenario clave para mí en estos últimos años para comprender la génesis de su obra como historiador y también clave para entender su telurica emocionalidad, sus arrebatos, su nostalgia del origen. En ese grito o vociferación de mi padre nombrando a Lebu, encuentro resumida toda su vida, ya que en èl vida y obra forman una simbiosis memorable, siempre cercano a los anaqueles y bibliotecas, a los documentos y a la vehemencia documental, su vida y su obra terminaron siendo lo mismo, carbón de una misma roca. Quisiera también decir que esta evocación de mi padre, me lleva al árbol genealógico de los Pizarros, y debo dar cuenta que hace unos meses, exactamente en el mes de marzo, (mes en el cual nació) tuve la oportunidad y dicha de sentarme en una gran mesa, en ese gran reencuentro de los Pizarros que mi hermano Alejandro Pizarro Alvarez junto a su admirable esposa, Ximena Charpentier Canales, lograron en su hermosa y arquitectónicamente lúdica casa. Esa tarde de marzo, se reunia a parte importante de nuestro clan: Jose Alfonso Mariano Pizarro Alvarez, su esposa Ana Guerra (quien nos deleito con su hermosísima voz, de melancolica impronta) e hijos, la viuda de mi padre Marta Millahual y mis dos hermanos Lautaro Pizarro Millahual y Nelsòn Pizarro Millahual, mi entrañables primas Valentina Pavez Pizarro y su esposo el destacado bailarin y coreografo Rodrigo Fernandez, Anais Pavez Pizarro
Carmen Pizarro y su hija y nieto, y por ultimo yo con mis hijos Teresa Verdugo Pizarro, Ignacio Verdugo Pizarro y Rodrigo Verdugo Pizarro y mi nieto menor Gabriel Sanchez Verdugo (quien junto a la pequeñas Monserrat, y Josefa son la rama màs joven de esta longevo árbol de los Pizarros) y por supuesto los hijos y nieta de mi hermano Alejandro Pizarro y Ximena, todos sentados en esa gran mesa, remeciendo el árbol genealogico de los Pizarro, celebrando, brindando, y evocando a los que aparentemente están ausentes, pero que sin embargo también se sentaron junto a nosotros: Gabriela Pizarro Soto, Alejandro Pizarro Soto, Gonzalo Rojas Pizarro, Hortensia Soto Figueroa, etc. Indudablemente que este es un registro de un gran momento vivido que dedicamos a la memoria de nuestro padre, quien en un querido retrato nos acompaño casi en forma natural.
Las hijas de la tia Gabriela Pizarro, Valentina Pavez y Anais Pavez cantaron esa tarde, con esa inigualable chispa, y ese registro vocal que nos remonto una vez mas a nuestra querida tia Gabriela Pizarro, en medio de la nostalgia de inolvidables recuerdos de niñez. No puedo dejar de mencionar que esa tarde también me lleve la gran sorpresa de comprobar el enorme talento de trovador de mi hermano Lautaro Pizarro y la sorpresa de ver en mi Hermano Alejandro Pizarro no solo al gran deportista que es (y formador de generaciones de jóvenes futbolistas) sino también al eximio baterista que demostró ser aquel dia, acompañado por sus hijos y por mi hijo Ignacio Verdugo en guitarras eléctricas, en un magnifico encuentro familiar, que tuvo lugar entre recuerdos, anécdotas, risas y lagrimas. Por último el broche de oro lo puso el Himno de Lebu, el que coreamos todos con una profunda emocìon y el gran y emotivo discurso de mi hermano Jose Alfonso Mariano Pizarro, que me recordó la gran vehemencia que caracterizo la prodigiosa memoria de mi padre.
Vuelvo a Estacion Central, veo a mi padre con su impermeable azul marino, sus lentes ópticos de negro marco grueso, eufórico, en medio de ese viento que corre entre los trenes , ese viento que viene del sur de las estrellas como dijo alguna vez Gonzalo Rojas Pizarro. Llegaba Alejandro Pizarro Soto, llegò también alguna vez Baldomero Lillo, y tantos otros. Este 3 de noviembre como siempre llegaran y partiran los trenes en Estaciòn Central, tal vez algún nuevo adolescente llegue esta mañana, quien sabe si no es otro desterrado de su paraíso, quien sabe si no viene marcado por la estrella del sur.


Publicado en Revista Cultural "El Bote" n