domingo, 3 de octubre de 2010

DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO UNA PEQUEÑA REFLEXIÓN


Se celebra una vez más como cada 23 de abril el Dia Mundial del Libro y del Derecho de autor y, como tal, es una ocasión para reflexionar aunque sea muy brevemente sobre el valor trascendental y lo que significa el libro en la vida de cada uno de nosotros. En mi caso, por haber sido hija del historiador Alejandro Pizaro Soto, mi contacto con los libros data casi desde mis primeros años de vida, no por el hecho de leerlos, sino por estar rodeada de ellos. Recuerdo unos inmensos estantes y repisas atiborradas de libros, de papeles y documentos históricos: recuerdo el aroma a libro, a biblioteca que siempre he exaltado a lo largo de toda mi vida. Luego con el paso de los años empecé a recorrer la biblioteca de mi padre y a darme cuenta de que él no compraba libros o los coleccionaba sólo para adornar la casa, al contrario todos esos libros habian sido leidos, o releídos innumerables veces. Estoy segura que si abria cualquiera de ellos en una determinada página, mi padre sabia exactamente lo que alli decia. Me llamaba poderosamente la atención como alguen le asignaba tanta importancia y dedicación a ese algo que es un libro y empecé a darme cuenta que tenian un sentido total en la vida de algunas personas. Desde ese tiempo comencé a distinguir entre quienes eran lectores y quienes eran escritores; entre quienes ocasionalmente o casi siempre leian un libro y quienes dedicaban por completo su vida a escribirlos. Como digo, esa diferencia la distingui muy temprano, ya que haber crecido en ese ambiente me permitió también conocer aunque sea de lejos a muchos escritores e intelectuales. Es más, gracias al hecho concreto de que mi padre instalara una libreria en la calle San Diego 119, en esa clásica galeria de dos pisos de venta y compra de libros, fue que llegaron alguna vez poetas como Pablo de Rokha, Enrique Lihn, Gonzalo Rojas, Alfonso Calderón, Carlos Ruiz Tagle, Eduardo Anguita, Roque Esteban Scarpa, y también sus amigos historiadores: Hernán Rodriguez Villegas (quien restauró La Moneda) y yo escuchaba los dialogos acerca de literatura, politica, religión, pero también escuchaba las risas y muchas veces también vociferaciones de cada uno de ellos. No faltaba quienes se olvidaban del tiempo y se quedaban mañanas y tardes enteras conversando. Muchas veces mandaban a comprar pan con cecinas y una botella de vino para animar más aún la conversación y a la semana volvian celebrando dicho encuentro, porque en él habian dilucidado cosas claves ya sea para la investigación que estaban realizando o porque esta los habia motivado para abordar otras. Empecé a sentirme atraida por ese tipo de conversaciones y casi todo el tiempo le pedia a mi padre que me llevara a la libreria, donde por cierto también tuve amigos de mi edad de entonces: Astrid Bobadilla, hija de Carmen Bobadilla, quien junto a su esposo tenian otra libreria casi al lado de la de mi padre; Octavio Rivano, hijo del librero y dramaturgo Luis Rivano, y con ellos jugabamos a que teniamos nuestra propia libreria, cada uno aportaba libros de las librerias de sus padres y asi, dias enteros pasábamos jugando entre los libros, viendo entrar y salir a todos esos escritores e intelectuales, dias felices de una plenitud única, donde también soñabamos y aspirábamos a ser también grandes escritores y a llegar a hablar y a discutir como ellos, porque ellos se habian transformado en modelos para nosotros, en idolos tal vez.
Yo empecé a sentirme atraida por ese maravilloso mundo de la creación y de las ideas y a entender en forma cabal como existian estos seres de un alma distinta que consagraban su vida a la literatura. Felizmente pasé largas temporadas con mi padre, y observaba como él vivia la vida con una intensidad distinta, como se apasionaba cuando encontraba tal o cual libro imposible de conseguir y me parecia a veces tan uniforme y vacia la vida de las otras personas, en comparación con el júbilo con que estos otros seres vivian; pero también, por cierto el dolor y la soledad que conllevan como precio. Esta corta y emotiva introducción es para enmarcar esta breve reflexión, ya que el libro condiciona y cultiva una forma distinta de ser en cada uno de nosotros. Si nos proponemos como padres incentivar el hábito de la lectura en nuestros hijos, estaremos fortaleciendo y despertando potencialidades intelectuales que luego se verán reflejadas en el paso por el colegio, por la universidad etc, además de ampliar y enriquecer una visión de mundo que será crucial para la autoaformación de ellos, porque del solo acto de leer deriva todo un acervo cultural que nos situa en niveles cada vez más altos. Toda una vida no basta para conocer y estudiar o asimilar la gran cantidad de conocimiento que existe, pero si podemos entender aunque sea medianamente algo de lo que nos rodea. Eso está contenido en cada libro, partiendo por supuesto por el libro de todos los tiempos "La Biblia", hasta la edición más modesta de aquella novela o cuento que nos haya impactado alguna vez. Se dice que El Quijote de La Mancha enloqueció por leer tantas novelas de caballeria, pero que hermosa locura aquella y que válida en esta hora en que el excesivo sentido común y el materialismo acechan nuestas vidas. El libro como tal nos ha acompañado desde siempre, antes que se inventara la radio, la televisión y el internet, era muy extraño haber entrado a cualquier casa y no haberse encontrado con una biblioteca en su interior. La historia de la humanidad se ha apoyado en los libros, se ha transmitido y organizado en un libro, todo conocimiento de la vida, proviene es cierto de la experiencia directa que de ella podemos obtener, pero también es muy cierto que proviene de nuestras lecturas. Sin la invención de la imprenta casi todo el conocimiento no se hubiese universalizado, por lo que ya el libro ha pasado a convertirse en algo insustituible para nosotros. No creo que llegue el momento en que el libro, como cultura fisica, como objeto desaparezca. Aún recorremos librerias de viejos a pesar de toda la invasión tecnológica y virtual, aún tomamos un libro como una ceremonia vital: abrimos sus páginas, aún buscamos esas primeras ediciones, aún todos los domingos en la feria compramos un libro para aumentar la biblioteca familiar, y cualquier dia domingo por la tarde, abrimos uno y nos adentramos en esos mundos distintos. ! Feliz dia mundial del libro y del derecho de autor!.

Publicado en Revista Cultural "El Bote", n 69, Abril -Mayo , 2010, Lebu.

0 comentarios:

Publicar un comentario