domingo, 20 de noviembre de 2011

STELLA DIAZ VARIN EN NUESTRA MEMORIA


Hablar de la poeta chilena Stella Diaz Varin, nos traslada inmediatamente a ese Santiago de la dècada del cincuenta, donde cronologicamente se ubica lo que se conociò como "La generaciòn del cincuenta" bautizada asi por el escritor Enrique Lafourcade, segùn consta en nuestra historia literaria. Esta poeta chilena nacida en la Serena el 11 de agosto de 1926, fue dentro de las mujeres de esta generaciòn la figura màs fulgurante y emblemàtica debido a su fuerte personalidad y a una obra pòetica, que aunque no fue numerosa, podemos situarla con propiedad como la mayor voz de la poesia femenina chilena despuès de Gabriela Mistral.
Stella Diaz Varin fue autora de libros como: "Razòn de mi ser", "Tiempo, medida imaginaria", "Sinfonia del hombre fosil" y "Los dones previsibles"; pero sin duda lo màs importante es que hizo de su vida y de su obra una sola cosa: viviò para la poesia hasta hacerla "Razon de mi ser".
Deciamos que fue miembro de la "Generaciòn del cincuenta" por lo tanto debemos imaginar una mujer de cabellera colorina, de voz y belleza exhuberante, que pasaba noches de bohemia en distintos locales y restaurantes de aquel entonces, junto a sus amigos Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky, entre otros. La poesia reinaba en esas vidas y no quedaba otra salida que arriesgar todo por ella. Asi pasaron los años y Stella Diaz Varin sigiò conservando su sello inconfundible, contra viento y marea defendiò una voluntad de ser, un habitar poetico que, con todas las incomprensiones existentes, fue llevado hasta sus ùltimas consecuencias, hasta hacer de ella una de las leyendas màs complejas e interesantes de toda la poesia chilena. Stella Diaz Varin no renunciò a si misma. A pesar ya de su avanzada edad, era aquella mujer joven y fuerte que seguia haciendo de la noche y de la bohemia su refugio y su signo. Asi es como tuve el honor de conocerla, una tarde de inviernp en el Centro Cultural de Espàña con motivo del lanzamiento de la Revista Derrame n 6. Ella estaba ahi acompañada, siempre su figura era de una relampagueante voz que se podia reconocver entre miles. Stella Diaz Varin ademàs fue una gran amiga y còmplice del grupo surrealista "Derrame".
Esa tarde antes y despuès de la presentaciòn, entablamos una muy grata y entretenida conversaciòn. Estaban ademàs entre otros el poeta Edmundo Herrera y el escritor Patricio Figueroa Gonzàlez, quien gentilmente viajò desde Lebu, para asistir tambièn a este evento a quien ademas debo destacar porque intervino en algùn momento de la presentaciòn de la revista, haciendo una breve y emotiva semblanza de Lebu, para luego dejarnos el saludo de su gente y tambièrn trayendo la imagen de las gaviotas, del viento y del mar. Esto causò una muy buena impresiòn en Stella Diaz Varin quien se refiriò despuès a Patricio Figueroa Gonzàlez como un "hombre de excelencia".
Stella Diaz Varin asistia en forma incondicional a todos los actos organizados por este grupo de poetas y pintores surrealistas porque era una amiga inseparable de ellos. Esa noche, luego del lanzamiento de la revista, nos fuimos a mi casa en la comuna de Ñuñoa, y por supuesto que entre todos estos escritores iba Stella Diaz Varin, la màs entusiasta con la idea de seguir esta tertulia de amanecida. Esa noche èramos mas o menos cuarenta personas en su mayoria artistas. La mesa estaba muy buen dispuesta y regada pata tan honrosa visita. Nuestra insigne poeta se sentò en un extremo de la mesa y asi comenzò mla velada. Stella Diaz Varin comenzò a contar anècdotas en medio de canciones de Charles Aznavour y paras mi fue una fuerte impresiòn conocer en un plano màs personal a esta interesante figura, porque màs allà de leer sus poemas, estaba esa figura, ahi estaba todo ese pasado, verla alli sentada, hablando, riendo era ver tambièn a Pablo Neruda, a Pablo de Rokha y a Vicente Huidobro. Ahi estaba frente a nosotros una leyenda viva de la poesia chilena. Stella Diaz Varin hizo emotivos recuerdos, aunque no faltò tampoco alguna alusiòn a alguen que detestara profundamente, pero todo con una gracia y un entido del humor ùnicos. Asì vimos que su pasiòn por la vida y la poesia estaba inalterable. Esa noche amaneciò en mi casa, pidiò escuchar de nuevo algunos discos, sobre todo lo de Lucho Gatica, y pos supuesto pidiò escuchar de nuevo "La bomehia" de Charles Aznavour, quizàs tambièn derramò algunas làgrimas. Recuerdo con nitidez que nos adentramos en una conversaciòn sobre Lebu, (una de tantas e interminables conversaciones), ella tenia interes en conocer Lebu, queria conocer su gente, su paisaje, las minas, queria beber una copa de vino frente al muelle, queria ver fotografias de los barcos hundidos en ese lugar. En un momento de la conversacion se refiriò a la caza de las ballenas y a la extinciòn de estas ùltimas y dijo la csiguente frase:"En Lebu no hay ballenas, pero hay poetas", Stella Diaz Varin queria conocer Lebu, por esa la razòn le propusimos que fuera a Lebu y aceptò de inmediato, entonces junto a Patricio Figueroa Gonzàlez y a la Agrupacion Cultural "Viento Sur"organizamos un segundo encuentro regional de literatura, donde la principal invitada seria justamente Stella Diaz Varin, pero por esas razones muchas veces inexplicables del destino, Stella no pudo viajar, ya que una dificil enfermedad comenzaba a hacer estagos en ella. Muchos afiches quedaron en la cuidad de Lebu anunciando este evento y ahi estaba su nombre. Queda en mi recuerdo esa noche inolvidable, pero tambièn el recuerdo del dia siguente ya que pos supuesto no todo termino ahi. Llegò el amanecer y estabamos junto a la chimenea conversando y era una anècdota tras otra, las que relataba. Llegò la mañana, saliò el sol y tomamos el consomè de las seis de la mañana a la usanza de la antigua bohemia, asi permanecimos todo el dia (aunque sin los demàs comensales) porque la velada con Stella Diaz Varin llegò hasta las diez de la noche, hora en que tuvo que volver a su casa. Nunca voy a olvidar que antes de irse pidiò escuchar por ùltima vez dos discos de Lucho Gatica y de Charles Aznavour. Como voy a olvidarme si ella misma me comentò que le gustaria ser despedida de este mundo con aquellas canciones y desgrasciadamente no fue asi.
Recuerdo entonces que al despedirme de ella esa tarde, quizàs no alcancè a comprender que seria la ùltima vez que la veria, pero si comprendi que me consideraba una amiga, tal como me lo dijo. Stella Diaz Varin falleciò en Santiago el 13 de junio del 2006 y asistimos asu despedida en la Sociedad de Escritores de Chile. Hoy me queda una sensaciòn dificil de definir por cuanto tal vez no vuelva a conocer a alguen como ella, como dificil serà olvidar su impresionante memoria, a quien le rindo hoy mi tributo en este mes de su cuarto aniversario, porque esa poeta de cabellera colorina, vive en su poesia insobornable, enigmatica y valiente y en su recuerdo volvemos a escuchar esos viejos discos de vinilo.


ELLA

Ella estaba parida tristemente sobre una ola,
tambièn reciuèn parida. Y era su substancia de
amortiguado rostro revivido, como la mano empuñada de rojo.
Y perennemente sola como el signo de su frente. Ella y el viento azul mecièndola
como un padre, con algo de brutal y algo de amoroso.
Ella tenia asida a la cintura la acordonada mano del amigo. Tanta enramada
para tanta sangre. Ella estaba parada como un pequeño invierno sedentario
y en los ojos le bailaba la muerte.
Para existir despuès de tanta primavera,
ella debiò tener un silencio estatuario en su ùnica arruga frontal.

Del libro: "Sinfonìa del hombre fòsil".


Publicado en la Revista Cultural "El Bote", n 70, Junio, 2010, Lebu.

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